Rubén Martín G. en BCN Mes

Rubén Martín G.
Foto: © Alfonso Rodríguez Barrera / alfonsorodriguez.jimdo.com

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WRITERS BASED IN BARNA

by Sergi Bellver

Rubio y ágil como un gentleman, Rubén Martín G. nació en Cerdanyola del Vallès (1979), inminente foco cultural de Occidente (bueno, queda al Oeste de Barcelona) y patria menuda del editor David Martín Copé y del artista gráfico Alfonso Rodríguez Barrera, quien fotografía a nuestro escritor y ha ilustrado un librito (dorado y ágil, también): Thomas Pynchon. Un escritor sin orificios (Alpha Decay, 2011), publicado por Rubén “contra” el autor de El arco iris de la gravedad. Quedo en Gràcia con ambos (con Alfonso y Rubén, de Pynchon no tengo el móvil) y procedo a esta entrevista ficticia.

Escoge una banda sonora para esta charla. Ten en cuenta que no durará más de cinco minutos.
Bueno, si no da para una ópera, “Show of Strength”, de Echo and the Bunnymen.

¿Tu libro es la (doble) carta de amor de un epígono frustrado?
Son las dos cartas anónimas del libro las de lectores cabreados con las zancadillas de Pynchon.

Tú que has leído a Proust, a Joyce o a Dostoievski como un señor, ¿por qué Pynchon generó todo esto? Al menos leíste sus libros, no la solapa, digo.
Leer a Pynchon fue un placer, pero necesité intentarlo varias veces. Mi libro es algo gamberro y toma esa lectura ardua, humillante, como material para la ficción.

“Si Pynchon quiere un lector ficticio, tendrá una crítica ficticia”, has dicho. Pues toma, una entrevista fake.
Vivimos en un siglo de impostores.

¿Crees que tu “libelo” puede acabar ganando lectores para Pynchon?
Quien haya leído ya sus libros (además de las solapas), disfrutará quitando razones al mío. Pero también hay quien lee por primera vez El arco iris de la gravedad o cualquier otro después de Un escritor sin orificios, lo cual me parece muy grande.

Todo empezó en tu blog (cuadernocelinegrado.blogspot.com), ¿verdad?
Sí, a raíz de una entrada en la que me preguntaba por la actitud de Pynchon hacia sus lectores. Decidí vengarme. Aunque en realidad el libro va sobre mí, es decir, sobre alguien que publica por primera vez.

Tu texto “muestra lo que es posible hacer con alguien”, ¿terminas la frase?
“Muestra cómo se puede hacer hablar a alguien hablándole”. Del prólogo de Peter Handke a su Kaspar.

Hablando de hablar, ¿no estamos improvisando demasiado, verdad?
La improvisación es una infección del oído y del habla.

Mejor escribir entonces (Alfonso está muy callado, mirando nuestros calcetines, imaginando que nos retrata en su estudio; le brillan los ojos de un modo extraño). ¿Qué escribes ahora, por cierto?
Una novela. Otra cosa, aunque con ella tal vez se entienda mejor mi libro pynchoniano. La clave de una obra a veces está en otra.

Acabas de soplarme que en tu novela sadrá gente persiguiéndose a caballo.
Es una epifanía, es que ya no hacen caballos como los de D. H. Lawrence.

Estaría bien que alguna vez, en tus obras, nos dieras también la clave de tu elegancia británica, de tus corbatas, por ejemplo.
Si una noche de invierno un viajero se os acerca pareciéndose mucho a mí y no lleva corbata, NO SOY YO. Niños de todos los parques del mundo: no aceptéis caramelos envenenados de un individuo muy parecido a mí que no lleva corbata.

Seguro que eres de esos a los que tampoco les va el fútbol.
Confieso que el único partido que he visto en mi vida fue la final de Wembley, pero la primera, la del 92. No sé por qué no he repetido después la experiencia; el recuerdo es muy bueno, como de Aquellos maravillosos años, pero con ropa de mercadillo del Vallès Occidental.

¿Por qué te mudaste a Barcelona? ¿Es Cerdanyola una isla ficticia?
No sé, mi padre se inspiró en el conde de Montecristo para engendrarme.

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Publicado en el número 1 de la revista BCN Mes, el 16 de junio de 2011 (p.3).