Sobre Mi madre es un pez y el Nuevo DRAMA

Al hilo de cierta polémica suscitada a raíz del artículo publicado ayer jueves, 13 de octubre de 2011, en el suplemento Tendències de la edición catalana del diario El Mundo, sobre la antología de relatos Mi madre es un pez, quiero dejar claro, públicamente (lo hago en mi página porque mantengo a rajatabla mi decisión de no comentar en otros blogs desde hace casi un año, tras una serie de experiencias que, por desgracia, vuelven a repetirse en otros blogs y que intento minimizar en lo posible), y a título exclusivamente personal, lo siguiente:

1. No se ha incluido en ningún movimiento artístico ni en ninguna generación (palabra que nunca ha salido de mi boca), ni sin su permiso, a ninguno de los autores de Mi madre es un pez por el mero hecho de participar en la antología publicada por Libros del Silencio, editorial que ha trabajado en todo momento de manera intachable y profesional y que aprobó el prólogo como un texto de presentación y justificación del proyecto, y bajo ningún concepto como etiqueta que implicara la adhesión de ninguno de los autores a ningún grupo o movimiento. Los antólogos tuvimos especial cuidado en esta cuestión a la hora de redactar dicho prólogo (para quien lo dude, puede leerlo de manera gratuita aquí: «Breve álbum del drama y la familia»).

2. En el mensaje de correo electrónico o en la llamada que invitaba a participar a los autores en la antología, jamás se solicitó a ninguno de ellos su adhesión a ningún tipo de manifiesto, grupo o movimiento. Mi madre es un pez es exclusivamente una antología de relatos sobre el tema de la familia.

3. En el artículo mencionado del suplemento Tendències, y seguramente por no dejar todavía más claras ciertas cosas yo mismo, o por no ser una conversación grabada que permitiera una revisión, no lo sé (pido disculpas, en todo caso, si el error me toca), se interpretaron al final algunas cosas de un modo que puede haber dado lugar a este malentendido. Pero insisto, ni en el prólogo del libro ni en ninguna de mis declaraciones he dicho que todos los autores de Mi madre es un pez pertenezcan a ningún movimiento, grupo o generación por el mero hecho de haber participado en el libro. Como quieran retorcerlo a partir de ahora terceras personas, algo que ya está sucediendo en algunos blogs y redes sociales, es otra historia.

4. Con todo, a la hora de preparar el libro los antólogos pensamos, con mayor o menor acierto, pero plenamente convencidos, que el hecho de reunir a 33 autores (9 propuestos por la editorial Libros del Silencio: Avilés, Calvo, Castro, Fresán, Lifante, B. Marsé, Mendoza, Padial y Soler; y los otros 24 seleccionados por Juan Soto Ivars y por mí) de toda estética literaria en torno al tema de la familia como fuente de conflicto literario y del drama era una oportunidad no para agruparlos sin su consentimiento en torno a ningún grupo o movimiento, sino para señalar la necesidad, en nuestra opinión, de recuperar cierto modo de hacer literatura, posible y deseable en nuestros días (un convencimiento que mantenemos y que seguiremos defendiendo cada vez que proceda y en futuras ocasiones, con nuestro trabajo individual o colectivo). Todo ello queda explicado en el prólogo, en el que, insisto, se respeta la diversidad y la independencia de todas y cada una de las posturas y estéticas literarias de los autores. Algo patente a la hora de leer los relatos.

5. Por último, y ya que publico esta entrada, repito, a título exclusivamente personal, me gustaría señalar la mala fe con la que han actuado algunas personas y anónimos a la hora de aprovechar esta publicación y la innecesaria polémica para un injustificable e incomprensible ataque directo hacia mi trabajo y mi trayectoria (e incluso contra mi privacidad, como ha sucedido este mediodía en un blog por parte de, cómo no, un comentarista anónimo), que puede contener fallos y, quiero pensar, algún acierto, desde que publico en diversos medios y también libros, como antólogo o autor antologado. Tampoco me parece de recibo, dicho sea de paso, que ciertos malentendidos tengan que resolverse de manera pública y por comunicados, sin haber descolgado antes un teléfono o haber intentado aclarar las cosas en privado, sobre todo cuando se supone que todas las partes formamos un equipo en torno a Mi madre es un pez, una antología que, le pese a quien le pese, está funcionando bastante bien entre el público y con una acogida en general favorable por parte de la crítica (el último ejemplo, la reseña que hoy mismo, viernes 14 de octubre, publica Ricardo Senabre en el suplemento El Cultural del diario El Mundo). Crítica que en su mayoría, además, no ha entrado en ningún tipo de polémica y se ha limitado a reseñar y comentar los textos con parámetros exclusivamente literarios. No es menos cierto, para terminar, que, después de lo sucedido desde ayer, uno toma nota de los posibles errores cometidos y también se ha dado cuenta de quiénes actúan de buena fe y en quiénes puede confiar, personas que todavía, por fortuna, pesan más que las demás.